miércoles, 29 de mayo de 2013

ALDEA DEL FRESNO-EMBALSE DE PICADAS


La ruta que he planteado para hoy es la compilación de dos recorridos que habitualmente suelo hacer saliendo desde Escalona.  Pero, en el día de hoy, pedalear por estas zonas me ha proporcionado sensaciones nuevas, y por suerte, positivas. Me explico, las veces que he rodado por la zona del Embalse de Picadas lo he hecho solo; y en la zona de Villa del Prado, lo hacía solo o en compañía de mi amigo Demo. Pero hoy no ha sido así, puesto que nos hemos reunidos 22 biker. Por momentos, me costaba reconocer algunas zonas en las que mi recuerdo me traía imágenes de silencio y tranquilidad. Hoy era una fiesta. 
 
El planteamiento del recorrido trae como base dos Vías Verdes de la Comunidad de Madrid. La primera, la Vía Verdedel Alberche de 14 km. que tiene su inicio en la antigua estación situada en la parte alta de San Martín de Valdeiglesias, junto a la piscina municipal, y que finaliza en el dique del Embalse de Picadas. De esta Vía recorreremos la zona del Embalse de Picadas. Como curiosidad, este ferrocarril de vía estrecha nunca llegó a terminarse. Se planteó como un ramal del ferrocarril de la ruta de Madrid a Almorox y, supuestamente, daría servicio hasta Plasencia. Lo iniciaron en 1920 pero en la Guerra Civil dejaron de trabajar; aunque eso no impidió que lo inaugurasen con toda la pompa de entonces montando unas vías entre San Martín de Valdeiglesias y Pelayos de la Presa, y llevando en un camión una locomotora que circuló durante unos metros y luego regresó a su lugar de origen.
 
 


La segunda es la Vía Verde del Guadarrama, de 13 km y que parte desde la Estación de Cercanías de El Soto (Móstoles) y finaliza en Navalcarnero, manteniendose acondicionada hasta el Puente de Hierro sobre las aguas del río Guadarrama. Esta Vía intenta mantener el recorrido que antaño efectuaba el Tren de Almorox y que fue clausurado definitamente el 1 de julio de 1970. Hasta entonces,   era el medio que utilizaban muchos madrileños para bañarse en las aguas del Alberche (de ahí vino el apelativo de Tren de la Playa). Por eso, en el día de hoy, vamos a pedalear sobre parte del antiguo trazado ferroviario del Tren de Almorox en las inmediaciones de Villa del Prado. (Para saber más pinchar aquí)

 
Y después de este preámbulo, la protagonista de hoy es la bicicleta; mejor dicho, 22 bicicletas, de las que 21 no sabían por donde iban a rodar ni por donde tenían que subir. Nunca hasta hoy había rodado en un grupo tan amplio, salvo en rutas organizadas no competitivas. Por eso, el punto de encuentro para iniciar y finalizar esta ruta circular ha sido el estacionamiento existente en el margen derecho de la carretera, saliendo desde Aldea del Fresno con sentido al Rio Alberche y ubicado antes de llegar al puente. Perfecto lugar para dejar los coches, y junto al área de recreo  dentro del rio. Por cierto, justo en este punto el rio Perales desemboca en el Alberche.
 
Con un día soleado y con viento preocupante, iniciamos la marcha bajando por la M-507 hasta el puente y continuando con sentido a Villa del Prado. Aunque el arcén es pequeño, circulamos en fila durante unos dos kilómetros hasta encontrar el desvío a la Presa de Picadas;  nos desviamos y cogemos  la Carretera de Picadas. Tras pasar por una urbanización, observamos a la izquierda las verjas del Safari Park. Ascendemos por una serpenteante carretera sin tráfico y pasamos una barrera. Desde aquí, se observa el espectacular paisaje del Embalse de Picadas, su dique y la central hidroeléctrica.
 
 
 
Una rápida bajada nos sitúa sobre el dique y comprobamos como el fuerte viento es capaz de desnivelarnos de la bicicleta. Pensando en el recorrido que nos espera después del embalse empiezo a preocuparme e intuyo que las “subidas” se pueden hacer más duras de lo que ya son.

 
Dique del Embalse de Picadas

 
 
El camino “sobre las aguas” del embalse, en un trazado de casi 7 km. y que forma parte de la Vía Verde del Alberche,  nos enseña la belleza del entorno, a pesar de tener que imprimir más fuerza en los pedales por culpa del caprichoso viento que nos va a acompañar en toda la ruta. De esta forma, llegamos al área de descanso junto a la carretera M-501. Momento propicio para unas fotos y un pequeño avituallamiento para emprender los dos tramos de subidas.
 
 
 
 
Por debajo del puente ferroviario cogemos la asfaltada vía pecuaria y, en pocos metros, comprobamos como las cubiertas de las ruedas empiezan a sentir “un cierto cariño con el suelo” y comienzan a pegarse. Ya hemos empezado a subir piñones y a buscar en la vajilla los platos más pequeños, y no hemos llegado a lo peor. Con tramos de 14 o 15 %, pasamos otros que superan el 20% de desnivel positivo. Cuando ruedo por estos sitios siempre pienso lo bonito que sería hacerlo andando y disfrutar de los maravillosos paisajes que, cuando pedaleamos mirando a la rueda, solemos perdernos. Así, vamos llegando al desvío de la vía pecuaria para coger el camino de tierra. Y entre la sombra de los pinos piñoneros tenemos que esperar a que la totalidad de los 22 valientes biker lleguen al final de la primera ascensión.
 
 
 
No paro de pensar en mi sobrino Javier, que se animó a acompañarnos montado en una antigua Conor de 21 velocidades y con un cuadro que le quedaba pequeño. Uno a uno van llegando y la imagen me recuerda la llegada a meta en las etapas reinas del Tour de Francia, animando a los sufridores y con fuerte ovación para Rivas, el último. Por cierto, desde este punto, las vistas del pantano de San Juan son espectaculares.



I' Sorry! No estamos todos
Con el visto bueno de Rivas seguimos la marcha por terreno favorable entre un bosque de pinos. Pasado el gran charco de la derecha cogemos el camino que aparece a nuestra izquierda y que nos va a llevar a la siguiente y última subida del día de hoy. Larga ascensión por terreno de tierra y, por momentos, con regular firme. También pasa factura con desniveles que superan el 12% positivo. El precioso paisaje “no se ve”. Tan solo se mira al suelo, a la rueda y a trazar el camino por la mejor parte del camino. Mis oídos empiezan a pitarme y creo que más de uno se está acordando de mí.
 
Después de reagruparnos informó del riesgo que supone la siguiente parte del itinerario. En las subidas se sufre pero no te caes; en las bajadas, sufres y puedes caerte, y tenemos que bajar durante unos largos 6 kilómetros que en algunos tramos llegaron a alcanzar el 22% de desnivel negativo. Así, con mal terreno en muchos tramos debido a los arrastres  de las lluvias que dejan la tierra y piedras sueltas, muchas curvas y zonas muy rápidas, llegamos a las primeras edificaciones de urbanizaciones de Villa del Prado. Tenemos que esperar para reagruparnos y vuelvo a pensar en mi sobrino Javier con su vieja Conor con horquilla rígida.
Sin percances, continuamos la marcha y bajamos por la calle de las Eras y giramos a la derecha por la calle Piscina para bajar a la Avdª de Juan Carlos I (travesía perteneciente a la M-507). La cruzamos y por la Avdª de la Constitución llegamos a la plaza del Ayuntamiento y realizamos un pequeño avituallamiento aprovechando la fuente junto a la torre de la iglesia.
Villa del Prado
 
Como ya expliqué, la segunda parte del recorrido nos va a llevar sobre el antiguo trazado ferroviario del Tren de Almorox. La pretensión inicial era llegar hasta la Finca del Alamín en los límites con la Comunidad de Castilla La Mancha, pero las fuerzas del grupo, la hora y el viento me hacen acortarla al finalizar la larga recta salvada con profundos taludes por donde discurrían las vías del tren. Esta recta la cogemos por detrás del antiguo apeadero subiendo por la calle de Pedro Tolosa dejando a la derecha el Instituto.
 
El fuerte viento nos obliga en toda la recta a pedalear un poco más fuerte que lo normal; así que, cuando acabamos la recta pongo mi vida en peligro al explicar que tenemos que volver por el mismo camino y que el fin de este ramal era ver el antiguo camino del Tren de Almorox. Con pitidos en mis oídos volvemos a Villa del Prado pasando junto al apeadero, rodando por el Paseo de la Estación y, frente a la calle FEVE, volvemos a coger el camino ferroviario sin acondicionar  y con taludes que nos lleva en una larga recta, con viento incluido, hacia una pequeña carretera que, por su derecha, nos adentra en la zona de la Ermita de Nuestra Señora de la Poveda, junto a los merenderos y al Río Alberche.
Ermita de Ntrª Srª de la Poveda
 
Como ya se hace tarde, las fuerzas escasean y el tiempo no está para mojarnos en el Río Alberche, seguimos la ruta por el camino hasta salir a una planicie junto a la valla de la Finca La Rinconada que confluye con la M-507. En este punto volvemos a reagruparnos y por el arcén de la carretera regresamos al estacionamiento junto al río, pasando sobre el puente, y damos por finalizada la ruta.
 
 
 
 
 
 
En total hemos cubierto una distancia de 47,5 km sin destacar incidentes, salvo rotura de la cadena de Rivas en la primera subida y pinchazo de la bici de Roberto sin haberla sacado del coche ¿?. Nos esperan Helio y Richi que, con mucha sabiduría, han optado por hacer solo la ruta “gastronómica”. Aperitivo en las mesas junto al rio (unas escaleras acceden directamente desde el estacionamiento al área recreativa) y después, la comida en el Restaurante Los Conejos que podemos calificarlo como un restaurante “3 B”, Buena atención, Buena comida y Buen precio, dando por finalizada una buena jornada.


DATOS DEL RECORRIDO:
Total kilómetros: 47,5
Área cubierta: 48 km2
Tiempo total invertido: 3 h 58'
Tiempo en movimiento: 2 h. 43'
Tiempo detenidos: 1 h. 15'
Velocidad media: 17 km/h
Desnivel acumulado ascendiendo: 705 m.
Desnivel acumulado descendiendo: 707 m.
Altitud máxima: 814 m.
Altitud mínima: 451 m.
 

PERFIL ALTIMÉTRICO:
 
 
 
PLANO DE LA RUTA: 
  

domingo, 19 de mayo de 2013

RIAZA B-PRO 2013


Hoy se celebra la 3ª Edición de la Riaza B-Pro Maratón con salida desde El Rasero (Riaza) y con un recorrido parecido al del año pasado.
Toda el agua caída durante los meses de abril y mayo hacían presagiar la dureza de los caminos por culpa del barro. Ya el año pasado rodamos bastantes kilómetros por barro, sobre todo en la primera parte. Pero lo de este año es difícil de explicar.
Solamente las personas que sean practicantes de este deporte podrán entender por qué no nos quedamos en casa. La mañana empezaba muy fría y los días anteriores no había dejado de llover. El privilegio de rodar por los bosques y senderos  de la sierra de Ayllón podía más que las posibles inclemencias adversas del tiempo.


A las 7:30 de la mañana emprendemos Agustín y yo camino hacia Riaza, y antes de llegar a Somosierra el termómetro del coche nos avisa: ¡3 grados!. El paisaje que contemplamos en el exterior era desalentador, el cielo completamente negro y lloviendo. ¿A dónde vamos? Nos íbamos preguntando.

 
La ilusión de pasar una buena mañana con un grupo de amigos y realizando el deporte que nos gusta podía con todo. Sí, con todo menos con el barro. La primera duda era saber que ropa íbamos a llevar: culote corto o largo. Nada mas aparcar lo tuvimos claro. Culote largo y abrigados con chubasquero. Toda la explanada de El Rasero estaba encharcada, y el cielo no “abría”; además, el viento era frío.

 
Después de un café calentito nos reunimos con el resto, Paco y Juani (que valor tiene), Palomares y Nacho, y Alfonso que se atrevió a acompañarnos. La organización había comentado que habían modificado algunos tramos del recorrido porque se encontraban en muy mal estado y anegados debido  las intensas lluvias y nevadas acaecidas en los últimos días. Avisaban, también, que nos íbamos a encontrar muchos tramos con barro y agua; y por ello, daban la oportunidad de variar el recorrido previsto y realizar la ruta de 40 km, a pesar de estar inscrito en la de 80.
Pues así, dio comienzo la prueba a las 10:00 para los que pretendíamos cubrir los 80 km; a las 11:00 se iniciaría la prueba de los 40 km. Aún con ilusión pero con “la mosca detrás de la oreja” salíamos de Riaza y bajamos hasta el río Riaza por la SG-V-1111. Cambia el perfil y ascendemos por la carretera con tramos que superaban el 14 % hasta que llegamos al kilómetro 3,300 en donde nos desvían a la izquierda para entrar en el bosque. Hasta entonces, no había una mota de polvo en nuestro cuerpo ni en las bicicletas, todas ellas limpias y perfectamente engrasadas.

 
Una gran masa arcillosa, muy viscosa y con grandes balsas de agua nos daba la bienvenida y se ofrecía a acompañarnos el resto de la ruta, ¡qué amable!. En poco tiempo nuestro aspecto externo cambió: todo el cuerpo de barro y empapados. No era necesario mirar la bicicleta, ya veía las de los demás y era desalentador, tanto cuidado y en un minuto todo desaparece. El trazado recto tiene un pequeño nivel descendiente y hace que se coja velocidad. El riesgo a caídas por la inestabilidad que el chapapote marrón producía hacía que se rodara en tensión. La rueda trasera se desplazaba lateralmente y en tramos curvos se intensificaba el riesgo de caída al no poder trazar la curva con normalidad, dado que el fango por donde pisábamos hacía que las ruedas se quisieran salir por la tangente.

 
De esta forma se desarrollaron los primeros 17 kilómetros hasta que llegamos al avituallamiento líquido de Ribota. A Palomares y Nacho les habíamos perdido. Nos agrupamos los cinco que quedábamos y continuamos la marcha hasta el desvío de las dos rutas en el kilómetro 19. ¡Qué inteligente hubiera sido optar por la ruta de 40 km! Al finalizar la prueba, la organización ha comentado que de los 1500 participantes, 763 optaron por el trazado de 40 km; y tan solo 351 consiguieron acabar los 70 km. El resto, no slieron de la cama.

 
La continuación del camino era más de lo mismo. A diferencia con el año pasado que a partir de este punto encontrábamos charcos. Ahora era barro, algunos tramos más duros pero otros blandos. Los desarrollos que había que utilizar para rodar no eran los habituales para esos terrenos. Siempre por debajo; plato mediano, plato pequeño, y así constantemente. El sobre esfuerzo muscular se notaba; la presión en las pedaladas era más intensa, incluso con plato pequeño. Esto es una locura y acabamos de empezar. Llegamos a vadear grandes charcos y arroyos que nos cubrían la zapatilla. El cambio no funciona como debe, el barro y el agua hacen estragos, y así llegamos al siguiente avituallamiento y primer punto de corte horario. Nos han sobrado 5 minutos, son las 12:25 en el kilómetro 30 junto a la Ermita del Padre Eterno. Fotos de rigor, bebida, comida y a seguir pedaleando con el objetivo de llegar a Sarracín en el kilómetro 56 antes de las 15:00 horas. Algo imposible, pero seguimos adelante.

 
En una larga subida mi transmisión se bloquea, cambio y continúo pedaleando. Algo va mal y aviso a Agustín. Varias pedaladas más y la cadena y el resto de las escasas ilusiones se quedan en el suelo, se ha roto un eslabón, kilómetro 31. Ya es imposible llegar. A los demás les hemos perdido de vista. Ajusto momentáneamente los eslabones y regreso al avituallamiento anterior junto con Agustín; ha decidido renunciar a seguir y acompañarme en la vuelta; es de agradecer y demuestra su calidad humana.
Nos toman nota de los dorsales y nos indican por donde coger un “camino inglés” que nos lleva hasta la localidad de Villacorta. Allí, en medio de la nada y en compañía de unos impresionantes paisajes llamamos a Alfonso, Paco y Juani. Ellos intentarán acabar. Llegamos a Villacorta y salimos a la carretera SG-V-1111. Estamos solos y nos quedan 13 kilómetros de  desnivel ascendente; pero, la cadena se vuelve a soltar y nos obliga a parar. Desmonto el eslabón partido y los empalmo con el tronchacadenas. El furgón del avituallamiento del km. 30 nos está protegiendo y al finalizar continúan su marcha.

 
La carretera no tiene tráfico. Estamos solos, hace frio y empieza a llover conforme ascendemos. Ya queda menos y, por fin, la fuerte bajada hasta el rio Riaza y la subida hasta la meta. Se acabó, pero nuestros amigos siguen pedaleando por el infierno, y no es una exageración. Nos dan una medalla a la llegada y un sinfín de regalos de los patrocinadores. Pero lo mejor un caldito caliente que una Asociación nos ofreció. Lavamos las bicis en la gasolinera puesto que la fila para los lavados en el Pabellón Municipal era enorme. Aún así, tardamos 45 minutos en limpiarlas. Nos quedamos fríos y apenas habíamos estirado. Nos duchamos en el Campo de Futbol y el agua caliente nos da la vida. Por cierto, bonitas vistas de La Pinilla. A las 16:30 decidimos volver al pueblo y comer tranquilamente. La locura ya ha terminado.

 
A las 17:35 Paco y Juani no habían llegado. De Alfonso no sabíamos nada. Pero por la noche hablé con todos y sus comentarios eran coincidentes: estaban destrozados, extenuados y anímicamente hundidos. El desgaste fue impresionante, y el barro se mantuvo en todo el recorrido; a pesar de que la organización redujo unos 9 kilómetros antes del corte en el Km. 56. Gracias a ello pudieron llegar, justos, y pasar el corte.

 
Como conclusión final diré que rutas con las condiciones en las que hemos rodado no crean afición. Insisto, es una locura exponer la mecánica y las condiciones físicas en recorridos como el de hoy. No ruedas tranquilo, vas tenso, la mecánica no responde como debe y, finalmente, no disfrutas. Y no es una cuestión de estado físico, llegué mejor que el año pasado; lo cierto es que no me lo he pasado bien, no he disfrutado y las sensaciones han sido negativas, conceptos contrarios a lo que busco cuando salgo en bici. Si ésto es mountain bike xtrem me quedo con el descafeinado. De todas las experiencias se aprende, y ahora puedo opinar: no me ha gustado el día de hoy, y en estas condiciones no vuelvo.

 
Mi felicitación a los héroes, Palomares, Nacho, Paco, Juani y Alfonso, puesto lo que han conseguido hoy tiene su mérito. Y por supuesto, mi gratitud para Agustín por su apoyo y compañía.

 
Dejo en este artículo el recorrido que hicimos nosotros y el que consiguieron finalizar “los héroes”. Después de hablar con ellos me tomo la rotura de la cadena como “un regalo bendito”.
 

DATOS DEL RECORRIDO QUE HICE:
Total kilómetros: 46,40
Área cubierta: 45,3 km2
Tiempo total invertido: 4h 24'
Tiempo en movimiento: 3 k 28'
Tiempo detenidos: 56'
Velocidad media: 13 km/h
Desnivel acumulado ascendiendo: 840 m.
Desnivel acumulado descendiendo: 773 m.
Altitud máxima: 1259 m.
Altitud mínima: 991 m.


PERFIL ALTIMÉTRICO:
 
 
 
VIDEO DE LA LLEGADA A META (Agustín y yo)
 
 
 
 
 
REPORTAJE EN TELEDEPORTE
 
 
 
PLANO DE LOS DOS RECORRIDOS: 
 
 
 
PLANO DEL RECORRIDO QUE PUDE FINALIZAR :
 
 



PERFIL ALTIMÉTRICO DE LA RUTA COMPLETA




PLANO DEL RECORRIDO COMPLETO:

 

lunes, 13 de mayo de 2013

TOLEDO

 
 
Después de realizar rutas por medio de la nada, por caminos entre cortados, montes, y recorridos por plena naturaleza, hoy tocaba cambiar.

 
La propuesta de Beni se sale de cualquier ruta de mountain bike que se pueda plantear. Hoy toca integrarnos en una ciudad como Toledo en donde hemos tenido que convivir entre el escaso tráfico, los japoneses, turistas en general, el río Tajo, el casco antiguo de Toledo y “sus cuestas”.

 
Podemos considerar esta ruta como un recorrido cicloturista que vamos a iniciar desde el estacionamiento de los Recintos Feriales junto a la Carretera de Peraleda. Desde antes de empezar a rodar, la jornada pintaba bien al reunirnos 17 biker en un soleado día. Caída de Richi sin haber empezado a rodar pero sin consecuencias. Como siempre, partimos con más de media hora de retraso.



 
Empezamos la ruta atravesando el Puente sobre el Río Tajo y bajamos a la senda junto al río y, junto a sus aguas, rodamos por la Vía del Tajo. Pasamos junto al Puente de San Martín y seguimos circunvalando la ciudad con el río a nuestra derecha para llegar al Puente de Alcántara.

 
 

 
Atravesamos el puente y, por la izquierda, bajamos al río y cogemos un camino que paralelo al rio tiene señalización que indica una ruta hasta Aranjuez. Junto a los meandros del río, Mollejo empieza a flojear. Con un poco de apoyo nos volvemos a reagrupar; pero, cuando el grupo es grande y pierdes de vista a la cabeza, lo más fácil es que se produzcan despiste. Por eso, llegamos nueve biker hasta la ITV y nos tocó desandar el camino recorrido.

 
Cruzamos bajo un puente sobre las vías del tren y salimos a la calle Jarama. Giramos a la izquierda y cruzamos por una rotonda la N-400. Por fin tocamos campo; un pequeño rompepiernas no lleva a cruzar por un puente la A-42 y por el Parque de Fuente Moro llegamos a un mirador. Por un sendero empezamos a bajar hasta el casco urbano y se produce una fuerte caída, sin consecuencias, de Ricardo. La fuerte inclinación del camino y los surcos de los arrastres de agua, a veces, ocasiones percances. Tan solo se quedó en unos arañazos.

 
Entramos en el casco urbano junto a un colegio y ascendemos hasta la Academia de Infantería de Toledo. Una fuerte bajada nos sitúa, de nuevo, sobre el Puente de Alcántara donde se nos une Galazo. Tipo listo donde los haya, se ha quitado unas cuantas subidas.

 
Emprendemos camino hacia el Parador Nacional subiendo por la acera de la Carretera de Circunvalación y giramos a la izquierda para coger la Carretera de Cobisa. Otro despiste propicia que los primeros hagamos más distancia por llegar hasta la rotonda junto al Hospital de la Virgen del Valle. Volvemos a bajar y llegamos al Parador Nacional. Aparcamos las bicis en la puerta y pasamos a su terraza para contemplar unas espectaculares vistas de la ciudad. Fotos obligadas y continuamos el recorrido.

 
 
Bajamos por la Carretera de Cobisa y tomamos a la izquierda la Carretera de Circunvalación para llegar a la CM-4013 que nos va a situar sobre el Puente de San Martín. Ahora toca integrarse 17 biker en el casco urbano, entre turistas y tráfico, por sus calles engalanadas para las fiestas del Habeas Corpus (perdón, Corpus Christi), siempre con el mayor respeto y prudencia.

 
 
 
Cruzamos el puente, subimos por la c/ Aldea San Martín, dejando a la izquierda la Puerta del Cambrón y llegamos a Basílica de San Juan de los Reyes en la Plaza de San Juan de los Reyes, en donde nos reagrupamos con un fuerte aplauso por parte de las “guiris”.




Seguimos rodando junto al Monasterio de San Juan de los Reyes, pasamos junto a la Sinagoga de Santa María la Blanca, bordeamos un parque y llegamos a la Plaza Conde (otra foto con permiso del tráfico).

 
Por estrechas callejuelas engalanadas pasamos junto a la Iglesia de San Ildefonso y por la derecha, bajamos a la Plaza del Ayuntamiento y mas fotos frente a la Catedral Primada.


La bordeamos por la derecha y pasando junto al Teatro de Rojas llegamos a la Plaza de Zocodover. Nos volvemos a reagrupar. He de reconocer que 17 biker por las calles de Toledo crean expectación y asombro, sobre todo, en los turistas.

 
 
 
Seguimos la ruta, que ya hay hambre. Fuerte bajada por la calle Gerardo Lobo que nos hace pasar bajo la Puerta de Bisagra, giramos a la izquierda por el Paseo de Menchán para coger el Paseo de Recadero y bajar por una “zetas” peatonales hasta el río.

 
Para despedirnos de este precioso recorrido, volvemos a coger la Vía del Tajo, con el río a nuestra izquierda y llegamos, por fin, a los Recintos Feriales. Espectacular recorrido que nos ha hecho hacer una distancia de 38,90 km (incluidos los despistes).
 


 
 

Un poco de estiramientos, cargamos las bicis y empezamos la “segunda parte” del recorrido. Primero, el aperitivo. Mesita de camping, cervecitas, chorizo, queso y banderillas abren el apetito y nos preparan para la comida.

 
 
A continuación, al Restaurante “El Chuletero” en donde recuperamos las fuerzas perdidas con un buen arroz con bogavante. Fin de un gran día, y a preparar la siguiente salida.
 
DATOS DEL RECORRIDO:
 
Total kilómetros: 38,900
Área cubierta: 4,9 km2
Tiempo total invertido: 3 h. 44'
Tiempo en movimiento: 2 h. 36'
Tiempo detenidos: 1h. 07'
Velocidad media: 15 km/h
Desnivel acumulado ascendiendo: 592 m.
Desnivel acumulado descendiendo: 589 m.
 
 
 
 
PERFIL ALTIMÉTRICO:

 
PLANO DEL RECORRIDO: