viernes, 22 de julio de 2016

EL CASCO: Un seguro de vida

He dudado en publicar o no este artículo, pero he llegado a la conclusión que cualquier vivencia puede tener un aspecto positivo en otras personas y guardarlas en tu memoria no va a beneficiar a nadie.

Este post no es una ruta ciclista, pero si es consecuencia de una salida en bicicleta con el único fin de disfrutar de la naturaleza aunque sea haciéndolo por la Casa de Campo.

Todos sabemos que todos los medios de comunicación, a parte de la familia, nos abruman con las recomendaciones para circular seguros. Sobre todo, el uso de medios de autoprotección. Siempre he considerado esencial cuando salgo en bicicleta el uso de guantes, gafas y casco protector. Las gafas te protegen los ojos del polvo, salpicaduras, mosquitos, etc. Los guantes aportan un mejor agarre del manillar y te protegen las manos ante cualquier caída; y si están almohadillados, mucho mejor. Y el casco.... es un seguro de vida por mucho calor que haga; te protege de golpes contra ramas de árboles, te aísla del sol y te da la protección necesaria para que no te abras la cabeza ante cualquier caída al suelo.

Siempre he tenido claro estas premisas, aunque no haya estado involucrado en accidente alguno, ... hasta ahora.

El pasado 8 de junio fui testigo del valor que tienen estos medios de protección. Había estado rodando por la Casa de Campo y, tras darle una vuelta a su perímetro, decidí subir hasta la Dehesa de la Villa por la variante del Anillo Verde Ciclista. Al regresar a la Casa de Campo, un vehículo salió del Real Club Puerta de Hierro, saltándose el Stop y sin hacer uso de los espejos convexos que su conductora disponía, ni hacer caso a la señalización de "Peligro bicicletas" ni a la informativa de "Paso de peatones". La inmediata aparición del vehículo hizo que tuviera que frenar bruscamente para no impactar contra su lateral. Acababa de instalar el sistema de frenos Shimano XT en mi bicicleta, consiguiendo detenerme por completo, pero cayendo al suelo por el lado derecho, y....de cabeza.





En ese preciso momento te das cuenta que ser previsor y garante de tu seguridad ha dado resultado. La situación que nunca deseas te aparece en cualquier momento y has de estar preparado para ella. El fuerte impacto en el casco produjo su fractura y los fuertes dolores en las manos se vieron aminorados por el almohadillamiento de los guantes. 





Es cierto que tuve que ser trasladado al Hospital, pero los estudios radiológicos y neurológicos no aportaron nada relevante. Las contusiones y las costras de brazos y piernas fueron disminuyendo con los días y, tan sólo, me ha quedado el recuerdo de la gran importancia del uso del casco protector. El casco he podido reemplazarlo por otro; pero mi cabeza no hubiera sido posible. Una fuerte abrasión en la frente, producida por el roce de las protecciones interiores fue desapareciendo con el paso del tiempo.

Esta desagradable experiencia es la que quiero compartir hoy con el único fin de que aquellas personas que vean el casco como una molestia o incomodidad recapaciten y lo vean como un sistema de autoprotección primordial. Muchos miles de kilómetros han recorrido mis piernas, y nunca he tenido un percance. Pero siempre hay una primera vez; y ésta, la puedo contar.

¡¡¡ USA EL CASCO, ES UN SEGURO DE VIDA !!!