domingo, 19 de mayo de 2013

RIAZA B-PRO 2013


Hoy se celebra la 3ª Edición de la Riaza B-Pro Maratón con salida desde El Rasero (Riaza) y con un recorrido parecido al del año pasado.
Toda el agua caída durante los meses de abril y mayo hacían presagiar la dureza de los caminos por culpa del barro. Ya el año pasado rodamos bastantes kilómetros por barro, sobre todo en la primera parte. Pero lo de este año es difícil de explicar.
Solamente las personas que sean practicantes de este deporte podrán entender por qué no nos quedamos en casa. La mañana empezaba muy fría y los días anteriores no había dejado de llover. El privilegio de rodar por los bosques y senderos  de la sierra de Ayllón podía más que las posibles inclemencias adversas del tiempo.


A las 7:30 de la mañana emprendemos Agustín y yo camino hacia Riaza, y antes de llegar a Somosierra el termómetro del coche nos avisa: ¡3 grados!. El paisaje que contemplamos en el exterior era desalentador, el cielo completamente negro y lloviendo. ¿A dónde vamos? Nos íbamos preguntando.

 
La ilusión de pasar una buena mañana con un grupo de amigos y realizando el deporte que nos gusta podía con todo. Sí, con todo menos con el barro. La primera duda era saber que ropa íbamos a llevar: culote corto o largo. Nada mas aparcar lo tuvimos claro. Culote largo y abrigados con chubasquero. Toda la explanada de El Rasero estaba encharcada, y el cielo no “abría”; además, el viento era frío.

 
Después de un café calentito nos reunimos con el resto, Paco y Juani (que valor tiene), Palomares y Nacho, y Alfonso que se atrevió a acompañarnos. La organización había comentado que habían modificado algunos tramos del recorrido porque se encontraban en muy mal estado y anegados debido  las intensas lluvias y nevadas acaecidas en los últimos días. Avisaban, también, que nos íbamos a encontrar muchos tramos con barro y agua; y por ello, daban la oportunidad de variar el recorrido previsto y realizar la ruta de 40 km, a pesar de estar inscrito en la de 80.
Pues así, dio comienzo la prueba a las 10:00 para los que pretendíamos cubrir los 80 km; a las 11:00 se iniciaría la prueba de los 40 km. Aún con ilusión pero con “la mosca detrás de la oreja” salíamos de Riaza y bajamos hasta el río Riaza por la SG-V-1111. Cambia el perfil y ascendemos por la carretera con tramos que superaban el 14 % hasta que llegamos al kilómetro 3,300 en donde nos desvían a la izquierda para entrar en el bosque. Hasta entonces, no había una mota de polvo en nuestro cuerpo ni en las bicicletas, todas ellas limpias y perfectamente engrasadas.

 
Una gran masa arcillosa, muy viscosa y con grandes balsas de agua nos daba la bienvenida y se ofrecía a acompañarnos el resto de la ruta, ¡qué amable!. En poco tiempo nuestro aspecto externo cambió: todo el cuerpo de barro y empapados. No era necesario mirar la bicicleta, ya veía las de los demás y era desalentador, tanto cuidado y en un minuto todo desaparece. El trazado recto tiene un pequeño nivel descendiente y hace que se coja velocidad. El riesgo a caídas por la inestabilidad que el chapapote marrón producía hacía que se rodara en tensión. La rueda trasera se desplazaba lateralmente y en tramos curvos se intensificaba el riesgo de caída al no poder trazar la curva con normalidad, dado que el fango por donde pisábamos hacía que las ruedas se quisieran salir por la tangente.

 
De esta forma se desarrollaron los primeros 17 kilómetros hasta que llegamos al avituallamiento líquido de Ribota. A Palomares y Nacho les habíamos perdido. Nos agrupamos los cinco que quedábamos y continuamos la marcha hasta el desvío de las dos rutas en el kilómetro 19. ¡Qué inteligente hubiera sido optar por la ruta de 40 km! Al finalizar la prueba, la organización ha comentado que de los 1500 participantes, 763 optaron por el trazado de 40 km; y tan solo 351 consiguieron acabar los 70 km. El resto, no slieron de la cama.

 
La continuación del camino era más de lo mismo. A diferencia con el año pasado que a partir de este punto encontrábamos charcos. Ahora era barro, algunos tramos más duros pero otros blandos. Los desarrollos que había que utilizar para rodar no eran los habituales para esos terrenos. Siempre por debajo; plato mediano, plato pequeño, y así constantemente. El sobre esfuerzo muscular se notaba; la presión en las pedaladas era más intensa, incluso con plato pequeño. Esto es una locura y acabamos de empezar. Llegamos a vadear grandes charcos y arroyos que nos cubrían la zapatilla. El cambio no funciona como debe, el barro y el agua hacen estragos, y así llegamos al siguiente avituallamiento y primer punto de corte horario. Nos han sobrado 5 minutos, son las 12:25 en el kilómetro 30 junto a la Ermita del Padre Eterno. Fotos de rigor, bebida, comida y a seguir pedaleando con el objetivo de llegar a Sarracín en el kilómetro 56 antes de las 15:00 horas. Algo imposible, pero seguimos adelante.

 
En una larga subida mi transmisión se bloquea, cambio y continúo pedaleando. Algo va mal y aviso a Agustín. Varias pedaladas más y la cadena y el resto de las escasas ilusiones se quedan en el suelo, se ha roto un eslabón, kilómetro 31. Ya es imposible llegar. A los demás les hemos perdido de vista. Ajusto momentáneamente los eslabones y regreso al avituallamiento anterior junto con Agustín; ha decidido renunciar a seguir y acompañarme en la vuelta; es de agradecer y demuestra su calidad humana.
Nos toman nota de los dorsales y nos indican por donde coger un “camino inglés” que nos lleva hasta la localidad de Villacorta. Allí, en medio de la nada y en compañía de unos impresionantes paisajes llamamos a Alfonso, Paco y Juani. Ellos intentarán acabar. Llegamos a Villacorta y salimos a la carretera SG-V-1111. Estamos solos y nos quedan 13 kilómetros de  desnivel ascendente; pero, la cadena se vuelve a soltar y nos obliga a parar. Desmonto el eslabón partido y los empalmo con el tronchacadenas. El furgón del avituallamiento del km. 30 nos está protegiendo y al finalizar continúan su marcha.

 
La carretera no tiene tráfico. Estamos solos, hace frio y empieza a llover conforme ascendemos. Ya queda menos y, por fin, la fuerte bajada hasta el rio Riaza y la subida hasta la meta. Se acabó, pero nuestros amigos siguen pedaleando por el infierno, y no es una exageración. Nos dan una medalla a la llegada y un sinfín de regalos de los patrocinadores. Pero lo mejor un caldito caliente que una Asociación nos ofreció. Lavamos las bicis en la gasolinera puesto que la fila para los lavados en el Pabellón Municipal era enorme. Aún así, tardamos 45 minutos en limpiarlas. Nos quedamos fríos y apenas habíamos estirado. Nos duchamos en el Campo de Futbol y el agua caliente nos da la vida. Por cierto, bonitas vistas de La Pinilla. A las 16:30 decidimos volver al pueblo y comer tranquilamente. La locura ya ha terminado.

 
A las 17:35 Paco y Juani no habían llegado. De Alfonso no sabíamos nada. Pero por la noche hablé con todos y sus comentarios eran coincidentes: estaban destrozados, extenuados y anímicamente hundidos. El desgaste fue impresionante, y el barro se mantuvo en todo el recorrido; a pesar de que la organización redujo unos 9 kilómetros antes del corte en el Km. 56. Gracias a ello pudieron llegar, justos, y pasar el corte.

 
Como conclusión final diré que rutas con las condiciones en las que hemos rodado no crean afición. Insisto, es una locura exponer la mecánica y las condiciones físicas en recorridos como el de hoy. No ruedas tranquilo, vas tenso, la mecánica no responde como debe y, finalmente, no disfrutas. Y no es una cuestión de estado físico, llegué mejor que el año pasado; lo cierto es que no me lo he pasado bien, no he disfrutado y las sensaciones han sido negativas, conceptos contrarios a lo que busco cuando salgo en bici. Si ésto es mountain bike xtrem me quedo con el descafeinado. De todas las experiencias se aprende, y ahora puedo opinar: no me ha gustado el día de hoy, y en estas condiciones no vuelvo.

 
Mi felicitación a los héroes, Palomares, Nacho, Paco, Juani y Alfonso, puesto lo que han conseguido hoy tiene su mérito. Y por supuesto, mi gratitud para Agustín por su apoyo y compañía.

 
Dejo en este artículo el recorrido que hicimos nosotros y el que consiguieron finalizar “los héroes”. Después de hablar con ellos me tomo la rotura de la cadena como “un regalo bendito”.
 

DATOS DEL RECORRIDO QUE HICE:
Total kilómetros: 46,40
Área cubierta: 45,3 km2
Tiempo total invertido: 4h 24'
Tiempo en movimiento: 3 k 28'
Tiempo detenidos: 56'
Velocidad media: 13 km/h
Desnivel acumulado ascendiendo: 840 m.
Desnivel acumulado descendiendo: 773 m.
Altitud máxima: 1259 m.
Altitud mínima: 991 m.


PERFIL ALTIMÉTRICO:
 
 
 
VIDEO DE LA LLEGADA A META (Agustín y yo)
 
 
 
 
 
REPORTAJE EN TELEDEPORTE
 
 
 
PLANO DE LOS DOS RECORRIDOS: 
 
 
 
PLANO DEL RECORRIDO QUE PUDE FINALIZAR :
 
 



PERFIL ALTIMÉTRICO DE LA RUTA COMPLETA




PLANO DEL RECORRIDO COMPLETO:

 

2 comentarios:

Demófilo Ramírez dijo...

Mi querido amigo/ciclista, vistas las imágenes……..solo puedo decir una cosa.. me quito el sombrero ( el casco en este caso ) ante el tesón, valentía y afición que habéis demostrado todos/as al realizar esta prueba.
¡¡¡ Vaya tela marinera !!!.

Visto lo visto, he de ser sincero. NO ME ARREPIENTO NI UN ÁPICE DE HABER FALTADO.
El frío, la humedad y el barro a ti te rompió la cadena, en mi caso me habría roto mi rodilla izquierda.

En todo caso insisto….. vaya pandilla de valientes.
Mi más sincera felicitación.

JAVIER dijo...

Menuda aventura!!!!!!!! ver las fotos y leer el texto te ponen los pelos de punta, lo mas importante son las sensaciones y sufrir en exceso no se disfruta. La pasión por la bici nos lleva a veces a asumir demasiados riesgos; leccion aprendida para todos. Gracias por compartirla.